La Inocencia: El Mayor Miedo del Adulto En estos días me he estado preguntando ¿por qué los adultos nos empeñamos tanto en cambiar al niño? Deseamos adaptarlo, sobreprotegerlo, corregirlo, esperamos que sea como nosotros, para que nadie logre hacerle daño; que pueda protegerse a si mismo y guardarse de las lecciones que han de acercarlo a su desarrollo emocional. He visto con intriga cómo los adultos intentamos con mucho ahínco que los niños cumplan con el todo lo que conocemos como "normal"... Ya debería saber hacer esto... A ésta edad hay que enseñarlos a... Debo protegerlo, porque el pobrecito no puede solo... Como maestra he aprendido que, no nos desarrollamos al mismo tiempo, con la misma rapidez ni de la misma forma; creo, deberíamos enseñarle eso a los padres de nuestros niños para que no los carguen con tanto estrés por no ser como nosotros esperamos de ellos. Empero, más allá de esto, hay otra variante, cuando creemos que nosotros estamos para evitarles el dolor, el
Espacio de interacción con la sabiduría milenaria, que te ayudará a descubrir la divinidad que llevas dentro. Buscamos el crecimiento del ser humano, produciendo la introspección, la reflexión, la espiritualidad y el amor incondicional. El fin último, es la transformación mental desde la propia voluntad.